Cuentos del abuelo Molina

Jueves, 13 de octubre de 2011.-
Me cuenta mi buen amigo Jevy de Leganés que Ñu ocupa la portada del número de septiembre de 2011 de la revista Rock Estatal (ya estamos con el nombrecito). Dice que el Molina le ha decepcionado, que habla como un resentido incurable disparando su mala baba en todas las direcciones posibles. Entre otras lindezas, menosprecia tanto a Leño como a su legado y recomienda a Johnny Burning tomar unas lecciones básicas de piano… vaya con el señorito Molina

Como ya habrán notado, en este blog sentimos debilidad por alguna gente más o menos impresentable de nuestro rock local. Jorge Ilegal, Morfi Grei, Pau Riba, Loquillo, Ramoncín, Johnny Cifuentes, Teddy Bautista… todo se les perdona por haber tenido el valor de ser roqueros en este país de charanga y pandereta. Aunque sean calvos y feos… aunque no hayan escrito una buena canción en los últimos veinte años… aunque lleven décadas desafinando como bellacos… aunque toquen pésimamente la armónica y el piano… aunque sean malversadores y estafadores… simples minucias. Así las cosas, ¿vamos a reprochar a José Carlos Molina que sea un cascarrabias incurable, maleducado y engreído? Me niego rotundamente.

Pero lo que más me ha dolido de mi amigo es su confesión de no haber oído jamás un disco de Ñu completo. El Jevy de Leganés, pese a su juventud, es un roquero multidisciplinar y de gran valía, toca todos los palos del periodismo y se atreve lo mismo con los géneros más duros del rock que con la música clásica. Hay que solucionar este problema cuanto antes, y qué mejor que empezando por el primer disco: Cuentos de ayer y de hoy, de 1978. Enterito, canción por canción. Ahí va la primera.

Ya escribí en su momento sobre las peripecias de Ñu en sus inicios: el primer single de 1976, el desencuentro con Rosendo y la tenacidad de Molina hasta grabar un LP. Como el proceso se prolongó tres largos años, el repertorio llegó curradísimo y el grupo se exhibió en cada canción con toda clase de arreglos y desarrollos instrumentales… ¡hay hasta castañuelas mediando en los duelos entre violín y guitarra!

Cuentos de ayer y de hoy (1978)

El disco comienza directamente con el apocalipsis según Molina. Eso es Profecía, una canción crispada y escalofriante sobre el fin del mundo. Aturdidos y sin tiempo de recuperarnos de la impresión, el cantante nos envía a luchar en Preparan. Es la hora de la rebelión. Reconozco que es una de mis favoritas de Ñu por cómo transmite el dramatismo y la intensidad del campo de batalla. Si el opresor quiere aniquilarnos antes habrá un derramamiento de sangre.

Y a la tercera el tío le echa morro y se proclama músico genial, hablando en primera persona del plural desde el Olimpo de los Mozart, Beethoven, Beatles y Hendrix. Hay quien no lo soporta, pero a mí me encanta la desfachatez del líder de Ñu en Algunos músicos fueron nosotros, y puede que aquí está la clave del Caso Molina. Quizá se crea mejor músico de lo que es en realidad, por eso mira por encima del hombro a todos sus compañeros de profesión, sobre todo a los que han llegado a ser más famosos y más ricos que él. Esa soberbia le acompaña desde hace más de treinta años, y a estas alturas puede que haya llegado a un punto insoportable.

Este vídeo tiene su gracia, pues no sincroniza bien la imagen, mezcla varias épocas, no coinciden los músicos… ¡si hasta sale Rosendo! Pero mola, se nota que lo ha hecho un fan al que ni siquiera le funcionaba el cable del RGB. Y la toma de sonido es del vinilo original, así que démoslo por bueno y sigamos.

El LP se completa con tres canciones larguísimas, entre ellas la que le da título: Cuentos de ayer y de hoy, El juglar y Paraíso de flautas. Historias épicas y tremebundas, con un narrador todopoderoso que se autoproclama nada menos que portavoz de su generación. Los tramos apacibles mecidos por delicadas flautas y guitarras acústicas se alternan con la furia de la electricidad y el violín más salvaje que se haya podido escuchar jamás en nuestro rock. Eso sí, todo envuelto en el característico sonido Chapa Discos, plano y cutre como él solo.

Sí que era primitivo el sonido Chapa, pero el caso es que a mí me agrada oírlo… lo escuché tantísimas veces que se me acostumbró la oreja. Se cuenta que el Mariscal Romero, productor del disco, sentía debilidad por José Carlos Molina y le dio total libertad para hacer lo que quisiera. También dicen que Molina se comportó como un tirano y disfrutó exprimiendo al máximo a sus músicos, en especial al violinista Jean François André, un loco francés que acabó exhausto de inventar desquiciantes notas para las letras tremendistas que escribía su jefe…

Gran tipo este Jean François, fallecido en 2002, quizá el único de los que pasaron por Ñu que fue capaz de rivalizar con Molina en su propio terreno. No duró mucho, pues tras grabar el segundo disco el francés se marchó del grupo. Años después reapareció fugazmente y más tarde se reclutó a otro ilustre violinista: Enrique Valiño, anteriormente en La Romántica Banda Local; pero la verdad es que pocos músicos aguantaban más de dos discos en Ñu. Era complicado lidiar con la personalidad autodestructiva de su líder. El rock español siempre ha sido muy de vaquero y camiseta, y eso no iba con Molina, siempre preocupado en dar rienda suelta a su desmedido sentido del espectáculo. Los músicos se desesperaban al comprobar que el dinero ganado se invertía no tanto en instrumentos y equipo de sonido como en atrezzo: cazadoras de flecos, botas por encima de la rodilla, chalecos de raso y capas negras, sombreros a lo Robin Hood… Imagino el ridículo presupuesto con que se grabó este primer disco, pero aún así Molina cumplió su deseo de alquilar una carroza. Buen sonido no habría, pero salieron bien guapos en el interior de la portada desplegable.

Ñu en carrozaDe izquierda a derecha, la formación al completo:
Enrique Ballesteros (batería), José María García ‘Sini’ (guitarra), Jorge Calvo (bajo), Jean François André (violín) y José Carlos Molina

Bueno, y una vez repasado este primer álbum de Ñu he de decir que ya me he comprado tanto su nuevo disco (Viejos himnos para nuevos guerreros) como el número de Rock Estatal en el que lo comenta al detalle. Sí, han leído bien, una revista impresa y un CD pagados en metálico. Cuando lo haya machacado unas cuantas veces volveré sobre el tema, si es que es necesario.

Huy, que me había saltado El juglar, la penúltima canción de este primer LP. Ahí la tienen.

José Carlos Molina, el flautista que tenía una estampida de Ñus en su cabeza

Domingo, 27 de diciembre de 2009.-
…y esa estampida se llevó por delante al guitarrista original, un tal Rosendo Mercado, y después a decenas y decenas de músicos. Estoy hablando de Ñu, el grupo más longevo de la historia del rock español (no se dejen engañar cuando en los telediarios adjudican ese título a Los Secretos… ¡el grupo de José Carlos Molina ha estado siempre en activo y se fundó muchos años antes!).

Que nadie escape de la evolución (1976)
fue el primer single del grupo y único disco
con Rosendo en la formación

Todo empezó en 1975, y durante dos escasos años pudieron mantenerse juntos a duras penas estos dos talentos del rock de aquí que se llevaban más o menos como el agua y el aceite. De lo poco que compusieron a medias, esta fue la única canción que Rosendo se guardó para Leño, su inmediato proyecto. Posiblemente a causa del disgusto, el Molina tardó algo más de diez años en publicar su propia versión.

Ñu – El tren azul

Cuando hablé del heroísmo de los roqueros españoles del primer tramo de los 70 dejé caer algunos nombres: Smash, Storm, Pau Riba, Sisa, Coz, Burning… había un eje creativo Sevilla-Barcelona y, como tercero en discordia, Madrid intentaba a su tosca manera cerrar el triángulo ibérico. Si tengo que empezar a hablar de ellos, el nombre de José Carlos Molina me sale por encima de todos. No es el mejor, ni el más original, ni el más brillante… pero sí una personalidad fascinante como pocas habrá tenido el rock español.

José Carlos Molina  La primera vez que salió en la tele 

Molina creó su propia identidad artística, la fue inflando con generosas dosis de ego y la llevó hasta las últimas consecuencias. El loco Molina, el iracundo Molina, el intransigente Molina, el íntegro Molina, el soñador Molina, el flautista MolinaMolina interpreta a Molina durante las 24 horas del día desde hace ya bastante más de 30 años.

Un poco antes de 1975, Molina había hecho una prueba como cantante en Fresa, el grupo de Chiqui Mariscal y Rosendo Mercado. Según cuenta Pedro Giner en su excelente libro Ñu: no te dejes ganar. Veinte años de resistencia, fue admitido como cantante y acabó apropiándose de la banda. Al principio alternaban el rock con el circuito de orquestas y el acompañamiento de cantantes melódicos como Jeanette. Cuando decidieron dedicarse en exclusiva al rock, cambiaron su nombre a Ñu con dos objetivos: salir en los carteles con esas dos letras en una tipografía bien grande y ser el único grupo del mundo que empieza por “Ñ”.

Algunos músicos fueron nosotros (1978)
fue el segundo single, adelanto del LP de debut,
con La explosión del universo como cara B inédita

Al principio, Molina era cantante y teclista, pero la armónica le daba más libertad de movimientos en el escenario… ese factor le llevó a decantarse por la flauta y a adoptar la estética de Ian Anderson, el flautista roquero por excelencia, aunque musicalmente tiraba más hacia Black Sabbath que hacia Jethro Tull. Él, más que harto de que le comparen con los Jethro, prefiere mencionar como influencia las armónicas y flautas de los discos de John Mayall, pero claro, molaba más el modelo Anderson, que era una auténtica estrella del rock.

Rosendo y José Carlos MolinaRosendo, siempre detrás de Molina 

La salida de Rosendo se estaba fraguando: Molina era intratable a la hora de imponer sus criterios y no iba a tener más remedio que largarse y fundar otro grupo con “ñ”.  De aquella etapa con los dos líderes en conflicto existe una legendaria aparición en el Pop-Grama. Nunca había conseguido ver más que algún breve fragmento, pero ahora resulta que alguien ha colgado la actuación entera en el YouTube… ¿de dónde la habrá sacado? ¿será el propio Molina bajo pseudónimo?

No sé ustedes qué harán, pero yo me he visto las tres partes del tirón… ¡impresionante documento! Estremece pensar que en la TVE de la época preconstitucional pudiera emitirse semejante locura. He empezado por el último trozo, en el que se adivinan canciones luego publicadas como El juglar, La explosión del universo y El tablero de ajedrez. El comienzo de la actuación (en la Parte 2) es para mí irreconocible, mientras que la parte primera contiene la descacharrante introducción del presentador, un progre asalvajado de los de entonces con una barba negrísima… no estoy seguro, pero creo que podría ser Ramón Trecet justo antes de ser refinado para siempre por la new-age.

Molina se marca el lujo de mencionar a Ian Anderson con cierto desprecio… ¡desde el principio tenía claro que había que dar que hablar! Veo en los comentarios de YouTube que la gente sigue insultando al líder de Ñu por aquello que dijo… y que los partidarios de Rosendo siguen peleándose con los de Molina… en fin… yo me quedo con los dos. Creo que ambos se beneficiaron con la separación: esos solos que hacía el Rosen quedaron luego muy bien en el primer LP de Leño, y me da que Ñu no habría llegado muy lejos con ese formato de cuarteto…

Además de Rosendo, el bajista Juan Almarza y el batería Felipe Salinas también se largaron… pero Molina encontró los músicos apropiados para rehacer el grupo y grabar Cuentos de ayer y de hoy, sobre todo un original guitarrista (José María García “Sini”) y un loco violinista (Jean François André). Me encanta ese disco, pronto hablaré de él.