Este otoño Krahe no toca en Galileo, en fin de año tampoco estará en el Café Central

Domingo, 12 de julio de 2015.-
No lo echaremos de menos este verano. Javier Krahe era el único cantante conocido que se negaba a hacer galas en esta época, decía que el verano es para descansar. Se iba a su playa gaditana a componer, a charlar con los lugareños y cargar las pilas para el otoño y, a partir de ahí sí, lo teníamos una vez al mes en Galileo, en Clamores y en su particular circuito de bares que fue conquistando por toda España. Una vez los ganaba para la causa se convertían en cita obligatoria año sí y al otro también. Había planeado saltarse el próximo, en plan sabático, pero a partir de ahora en todos esos sitios donde se le esperaba quedará una fecha en el calendario definitivamente vacía.

La pasada madrugada murió de un infarto, según ha contado Pablo Carbonell. Ya tiene mala pata, pues hace unos meses ya le tocó comunicar la misma mala noticia sobre Pedro Reyes, otro amigo del alma. En estos momentos fúnebres podría quedar bien una canción seria como Sábanas de seda o ese Nos ocupamos del mar tan poético del que hace poco se acordó Fito Cabrales. Pero no, el Krahe se merece un funeral al menos tan ruidoso y festivo como el de B.B. King, así que vamos con ese Javier Krahe costumbrista e irreverente que tanto nos molaba.

Se preguntarán ustedes qué hace Javier Krahe en un sitio dedicado al rocanrol de los setenta. Puede que sea una de mis rarezas, pero tengo la casa llena de discos de rock… y entre ellos todas las grabaciones de Krahe sin saber muy bien dónde colocarlas. En tiempo inmemorial mis amigos y yo, haciendo un hueco como podíamos entre tanto concierto de Ñu y de Siniestro Total, teníamos la sana costumbre de acercarnos a la sala Galileo a ver al Krahe al menos una vez al año. Y alguna vez, como cosa extraordinaria, conseguimos asiento en el Café Central en esa última semana del año en que era tradición que llenara hasta los topes el mítico local de jazz cinco días consecutivos. En algún momento se rompió la racha cuando empezamos a complicarnos la vida con trabajos, bodas y bautizos, pero cada víspera de navidad al intercambiar participaciones de lotería surgía sin remedio la misma pregunta: ¿y si vamos la semana que viene al Central a ver a Javier Krahe? El típico buen propósito de difícil cumplimiento, que esas suelen ser fechas de mucho impedimento familiar.

Homenaje a Javier Krahe …Y todo es vanidad
…Y todo es vanidad. Homenaje a Javier Krahe (2004)

Javier Krahe ha seguido sacando discos todos estos años, la pena es que lo último que se recuerde de él sea lo de la polémica por el dichoso crucifijo cocinado al horno. La historia se repetía para Krahe, que al ser un ácrata no integrado en la ceja podía ser vetado tanto por un lado como por el otro. Se le notaba bastante tocado por sus idas y venidas al juzgado y, una vez más, molesto por la traición (otra) de los amos del progresía. Tengo la película, venía como DVD extra en su disco de homenaje. Era una secuencia que salía un poco de pasada, puede que fuera ofensiva, pero no tanto si lo ponemos en su contexto: se trataba de algo parecido a unas prácticas de realización cinematográfica que no tuvieron difusión pública. Lo que ocurrió es que a los graciosillos de Lo + Plus de todo el documental se les ocurrió extractar justo esas imágenes. Como pueden ver en el enlace, había cosas mejores y más divertidas, pero en Cuatro jamás se desaprovecha una buena oportunidad de mofarse de la Iglesia Católica. Todo muy injusto, con lo respetuoso que fue siempre el Krahe cuando se burlaba de la religión. Polanco se lavó las manos, le declaró persona non grata (igual que en el 84 cuando lo de Cuervo ingenuo) mientras reía la gracieta a Pradera y a Schwartz (o puede que ya fuera en época Arangüena). Mi duda es si los integristas católicos que la tomaron con Krahe se equivocaron de objetivo al ir contra el autor, en realidad uno de los coautores, o quizá es que no se atrevieron a perseguir abiertamente a los responsables de la difusión. Ay Polanco, qué miedito que daba.

Volviendo a la música, los adictos a las rimas de Javier Krahe podemos citar de carrerilla diez o doce canciones en las que él ironizaba sobre su propia muerte. He elegido ésta por enlazarlo de alguna manera con el mundillo del rocanrol y hay que decir que Rosendo la bordó cantando de una manera muy atípica para él.

Lo siento Manolo, pero me temo que este año tampoco veremos al Krahe en el Café Central. Como buenos ateos, rogamos una oración por su alma.

De los Archivos A70, hoy recuperamos el contenido íntegro de “El sonido del silencio”, que fue publicado originalmente el domingo 11 de diciembre de 2011.